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sábado, 12 de febrero de 2011
Revolución de la Paz en Egipto: Esperanza para el Mundo Árabe y la humanidad
El estereotipo septiembre 11
Desde el atentado a las Torres Gemelas del 11 de Septiembre de 2001, los medios de comunicación internacionales habían profundizado en los prejuicios y estereotipos que mostraban la imagen de un mundo árabe homogéneamente violento. Esto parecía asociado a una especie de “psiquis islámica” intrínsecamente sectaria e intolerante, que había llevado a un paisaje del mundo árabe que sólo admite caudillos autócratas de origen militar o religioso, apoyados por las potencias occidentales o por Dios.
Quizás era una manera de seguir justificando desde la moral occidental, una de las guerras más públicamente injustas y mentirosas de la Historia, la de Irak, iniciada contra la opinión de los organismos y opinión pública internacionales, fundada en una red de mentiras que bajaban desde la misma Casa Blanca, justificada por la búsqueda de armas de destrucción masiva y conspiraciones nucleares que sólo existían en las mentes de los equipos militares y políticos de Bush, Blair y Aznar.
Durante una década, en los medios noticiosos, los terroristas asesinaban y las turbas de fundamentalistas quemaban banderas occidentales; mientras en Hollywood, en las películas y series, los islámicos superaban ampliamente en el papel de villano principal a narcotraficantes mexicanos y colombianos. A la narrativa mediática masiva, “noticiosa” o de ficción, le gustan las cosas simples y vistosas, los buenos y malos. No caben los millones de ciudadanos y activistas del Mundo Árabe, que cotidianamente sufren y luchan contra la opresión y represión de los tiranos y terroristas militares y religiosos.
La renovada fuerza de la Paz
El ingreso al escenario mundial de la multitud de la paz y el cambio, que ocupó las plazas y calles de Egipto con persistente paciencia, durante 18 días, representa la oportunidad de un cambio radical desde la perspectiva de los grandes estereotipos y prejuicios que guían la opinión pública mundial. Y sabemos, que desde la masificación e instantaneidad de los medios, la opinión pública y los medios internacionales definen la agenda política internacional.
En Egipto, la enorme comunidad ciudadana y pacífica, se congregaba y comunicaba, ponía en común sus ideas y sus emociones y realizaba acciones muy simples: estar en un lugar, caminar, celebrar, rezar, cantar. La fuerza tranquila exigiendo decididamente el derecho a construir un mejor futuro. Cuando un extraviado Mubarak intento arrebatarles el triunfo, surgió el grito espontáneo de la ira, pero no se canalizó a hacia la destrucción o los movimientos violentos que algunos comentaristas de medios imaginaron. Al contrario, más gente salió a las calles al día siguiente, el de la plegaria, y rodearon los edificios más emblemáticos del gobierno, el Palacio Nacional, el de la Televisión Estatal, la Casa Presidencial.
La Revolución Egipcia restituye la dignidad y el orgullo al Mundo Árabe en más de una manera, y trasciende las fronteras del Islam. En una época de desconcierto y crisis de las instituciones políticas y religiosas devuelve la fe a los movimientos libertarios y ciudadanos del mundo y demuestra la eficacia de la paz activa y disciplinada, en una dimensión comparable a la del movimiento de Gandhi para alcanzar la Independencia de India del Imperio Británico.
No olvidemos a los 300 ciudadanos Egipcios, que a diferencia de los de Esparta, pusieron sus pechos abiertos frente a las armas, garrotes y machetes, y ofrendaron sus vidas para que mediante la paz se abra el camino hacia una mejor humanidad.
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