
Los comandos de campaña siguen atrapados en la lógica del plebiscito del año 88. El argumento más reiterativo es el NO. No a Piñera y No a la Concertación.
El país de hoy es muy diferente al de entonces. La posibilidad de asumir los problemas con más libertad y riqueza de matices, desde distintas perspectivas, opuestas y complementarias, es quizás el mayor logro de estos 20 años de democracia y plantea nuevos desafíos para la política. Desde esta perspectiva se puede decir que el barco de la Concertación nos llevó a buen puerto.
Estamos iniciando una nueva etapa. Hay que seguir navegando, y al mismo tiempo remplazar las piezas deterioradas del barco, y ponerse de acuerdo, TODOS, en la nueva ruta, en el próximo puerto. Necesitamos conversación e integración de conocimientos, políticos, técnicos, empresariales, científicos y ciudadanos. Tenemos que potenciar las regiones, transformar la educación, integrar e incluir a todos y todas, enfatizar en un desarrollo sustentable centrado en el ser humano, vigorizar nuestra identidad.
El presidente que votemos tiene que ser capaz de escuchar y articular, de convocar a debatir a todos los chilenos sobre el país en qué queremos vivir, para construir juntos la carta de navegación de los nuevos tiempos.
El 17 de enero no votamos para sancionar o aprobar el pasado, el 17 de enero elegimos al presidente que guiará la comunidad nacional hacia el futuro.
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